FILOSOFÍA ANALÍTICA
La filosofía analítica es una escuela de filosofía principalmente anglosajona que se inicia con la publicación de "Investigaciones Filosóficas" de Ludwig Wittgenstein y una serie de trabajos de J. L. Austin. Tiene como antecedente directo El atomismo lógico desarrollado por Bertrand Russell y el Tractatus Lógico-philosophicus de WIttgenstein unos años antes, que había desembocado en el positivismo lógico de la escuela de Viena.
El atomismo lógico y el positivismo lógico ponían énfasis es la traducción del lenguaje cotidiano al lenguaje formal de la lógica, porque tanto Russell como el Wittgenstein del Tractatus miraban con desconfianza el lenguaje imperfecto repetitivo vago y ambiguo. Sin embargo, muy pronto resultó evidente incluso para los propios positivistas lógicos que este camino no llevaba muy lejos. Entonces surgió la filosofía analítica, cuya intención es analizar los términos que usamos en el lenguaje cotidiano y la forma en que se combinan para crear el significado que usamos para comunicarnos y para hacer filosofía. La tesis de WIttgenstein era que la filosofía no existe, que una vez limpio el lenguaje de confusiones, por medio del análisis lingüístico, los problemas filosóficos se disolverían porque quedaría claro su origen como una confusión del lenguaje.
La filosofía analítica fue la escuela de filosofía más influyente desde la década de los 40s hasta los 70s del siglo XX. Poco a poco los filósofos analíticos se dieron cuenta de que el programa filosófico de WIttgenstein era irrealizable, porque aun limpiando de confusiones el lenguaje, algunos problemas filosóficos persisten, es decir, la filosofía sí existe más allá de las confusiones lingüísticas. Sin embargo, la gran mayoría de los filósofos contemporáneos seguimos utilizando el análisis del lenguaje como instrumento para definir y delimitar el problema que estamos estudiando.
Por ello, siempre insisto en mis respuestas aquí, que antes de preguntar si existe algo, hay que preguntar que es ese algo, tratar de caracterizarlo con toda precisión, y una vez que se enmarca el problema, podemos preguntarnos si eso que hemos caracterizado existe. De otra manera estamos dando vueltas lingüísticas sin dirección alguna, en lugar de hacer filosofía.
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